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5 de febrero de 2014

Solo quería llorar

Solo quería llorar, no sabía por qué,
pero necesitaba hacerlo,
necesitaba cerrar los ojos
y sentir sus lagrimales vivos,
necesitaba contener la respiración
y que su corazón
comenzara a bombear sangre más seguido,
que chocara contra su pecho,
que los mocos dejaran
de esconderse petrificados en la nariz,
que la boca se hiciera cargo del aire
y emitiera pequeños sonidos ahogados.

Solo quería llorar,
por eso buscó en su cabeza
la canción más triste que conociera.
Buscó en internet,
pero ninguna lograba el cometido,
todas terminaban siendo
cantadas o tocadas
arrítmicamente por su mano
golpeando la mesa de madera.

Finalmente
apareció el aviso de estar
con la última reserva de batería,
los últimos minutos,
los últimos instantes,
los últimos...

Se apagó.

Entonces,
decepcionado de sí mismo
por no lograr lo único
que se había propuesto esa mañana,
levantó la cara
y con la pantalla
de su computadora en negro
vio su reflejo,
vio la anhelada tristeza
y así, sin más,
comenzaron a salir las lágrimas
una tras otra, tras otra, tras otra...

Pasados unos minutos
(varios minutos)
apareció lo inesperado.
Sus labios se movieron horizontalmente,
sus pómulos engordaron
y los dientes superiores (algunos)
se mostraron a través
del pequeño hueco en su boca
y así, la garganta emitió un sonido
que se volvió repetitivo:
"Já...Já...Já...."

Y así terminó todo.