27 de octubre de 2009

Pienso o te pienso, o pienso que te pienso.

Pienso
que pienso,
que no dejo de pensar
(tal vez pensarte
porque además
creo que no te debo pensar
y creo que tu no me debes pensar),
que no dejo de enredarme
y de volver
revolverlo todo
una y otra vez.

Para qué salir

Para qué salir de este poema
si a penas estoy entrando,
si su aroma a lo lejos
ha comenzado a asomarse
ha comenzado a cautivarme
y aunque aún no lo reconozca del todo,
tampoco me es ajeno.

Para qué salir de este poema
si afuera hace calor,
afuera hace frío,
afuera todo termina
sin siquiera haber comenzado.

Este es mi lugar,
acá no hay necesidad de correr,
acá no hay necesidad de pensar,
acá las palabras nacen de la nada,
se juntan,
forman versos
y de igual forma
desaparecen, pero no mueren,
desaparecen para nacer de nuevo
de otra forma.

Para qué salir de este poema
si ya soy parte de él.