28 de mayo de 2011

(Casi) El último grito

No es la primera vez que me pasa y aunque hoy juré solemnemente que no me volvería a suceder, en el fondo sé que aún caeré un par de veces más y luego nuevamente sentiré arrepentimiento por seguir estas ¨nobles¨, pero inútiles promesas de cambio. Como consuelo me queda que hay muchos más en la misma situación.

En verdad no los culpo, porque sencillamente es una deliciosísima tentación eso de primero llenarse la cabeza de ilusiones , luego sentirlas latiendo, verlas crecer, esparciéndose por todas partes, fortaleciéndose gracias a la repentina unión de mucha más gente y al final... nuevamente ganó la euforia y la ilusión, en verdad era un sueño, la espuma comienza a bajar, se comienzan a diluir las ideas y todo termina en el piso, esperando a que alguno pase y recicle una que otra cosa para luego volverla a usar.

Así es que posiblemente usted y yo tengamos algo en común, posiblemente desde que se le hizo saber que tenía no solo el derecho sino también la obligación de elegir a una persona para que ésta, obviamente pensando siempre en el bien común, lo representara, sintió una especie de peso sobre sus hombros, una responsabilidad, porque justamente es el bien común en lo que se piensa.

Sin embargo fue pasando el tiempo y algo lo hizo comenzar a desconfiar, independientemente del hecho de que no hay nada más incómodo que la derrota y más si esta se prolonga a lo largo de... ¿toda su vida electoral? así es que la desconfianza no tiene nada que ver con ser un mal perdedor, o de pronto sí. Pero no se sienta mal, le aseguro que usted no está solo.

Es obvio, ya todo estamos cansados de escuchar una y otra vez palabras como fraude, crisis, corrupción, desfalco, impuestos, más corrupción y más fraude. Hasta se podría llegar a pensar que las cosas van a cambiar, van a mejorar porque ahora sí están cayendo esa partida de ladrones y a la cárcel van a parar todos. Pero no es así, siempre aparece alguno quién sabe escondido en donde; uno nuevo, uno que había cumplido ya su penitencia, uno que nadie se espera y así nos quedamos.

Por eso los invito a que me acompañen con este, mi último grito y vayamos todos a votar a conciencia, a vencerlos por la vía que ellos siempre nos vencen. Digámosle a esa partida de ratas que con nosotros ésta vez no cuenten, que no vamos a aceptar sus mercados para convencernos de escogerlos, que no vamos a caer en esas cochinadas que les encanta y que nos vemos a la salida porque me acabo de animar y me acabo de dar cuenta de que juntos sí podemos. Es más, olvídese de todo lo que dije anteriormente y comencemos a convocarlos a todos ya, llenemos los parque y las calles porque sí se puede y esto tiene que acabar.