12 de mayo de 2014

No, la lluvia y el cielo oscuro que le acordaban a esa ciudad en la que tanto tiempo vivió y a la que por alguna razón decía pertenecer, sin que fuera cierto, esta vez no le subían el ánimo. No, tampoco servía de mucho que al fin hubiera podido leer esos libros que tanto tiempo lo habían esperado, pero había tenido que ignorarlos por falta tiempo, o simplemente por pereza. No, no se sentía cómodo con lo que hacía, no se sentía cómodo en donde estaba, pero tampoco quería volver, ni sabía a dónde quería ir.

Así que cerró los ojos, respiró profundo, sintió el aire entrar y salir por su nariz lo cual le produjo un pequeño cosquilleo en sus fosas. Luego volvió a abrir los ojos y resignado se dijo a sí mismo: "debe ser cosa del maldito lunes". Entonces, sin mucho por hacer, continuó su día entre lamentos, maldiciones y rabia contenida, siempre con la ilusión de que se acabara pronto esa tortura y comenzara esa otra a la que llamaban martes. Total cuando se hace algo de lo que cual no se está seguro si se quiere seguir haciendo o no, todos los días son iguales, o por lo menos parecidos.