31 de marzo de 2005

La muerte

De pronto escucho un suave e intimidante sonido y creo que es el llamado de la muerte que cada segundo trata de seducirme, algunas veces en las oscuras y solitarias calles, otras veces en mis extraños pero débiles pensamientos y otras más en las terribles y desalentadoras noticias que me estremecen. Cada vez más se hace fuerte ese llamado que de alguna manera logra dejarme en sus redes, pero por fortuna estas ventanas que están selladas logran alejarme lo suficiente de los muchos metros que me separan de la tierra, sin embargo no es suficiente ya que recurro a otra tortura que aunque no es tan sangrienta si es muy efectiva, se trata de la música, aquella que me transporta a los largos y extensos enredos de mi mente, aquellos amores que pudieron ser, otros tantos que fueron y otros que no serán, por otra parte también están allí mis anhelos, aquellos que por culpa de la pereza o tal vez por esa muerte que no me ha dejado en paz no han podido ser. De un momento a otro creo sentir llegar la noche con su fuerte brisa y su tímido encanto que me distraen y me alejan de un gran duelo que hasta ese instante lo era todo, ya que ahora este silencio y esta tranquilidad me han alejado de todo parcialmente, hasta que vuelvo a escuchar ese terrible llamado que no lo soporto y me obliga a rendirme, me obliga a abrir los ojos y darme cuenta que todo fue un sueño, me obliga a apagar ese horrible bip que por un momento me asustó.